Hoy 13 de abril de 2020,
iniciamos una etapa nueva en el Colegio.
Realmente no ocurrió cuando nos
ordenaron un aislamiento preventivo en Bogotá, ni cuando el Gobierno Nacional lo
hizo obligatorio para todo el País. Pasa realmente cuando amplían las semanas
de aislamiento y nos damos cuenta de que esta no es una situación pasajera,
sino que es un evento que transforma nuestras vidas.
¿Teníamos las herramientas
para afrontar esta situación? ¿Podíamos abandonar nuestras aulas e iniciar un
trabajo académico no presencial tal como lo requería la nueva condición del
mundo? Creo que en su gran mayoría no estábamos listos.
Sin embargo, no había tiempo para
dudas y debíamos empezar este nuevo camino. Ahí es donde nos damos cuenta de
que empezábamos una nueva etapa en el Colegio. Nuevas formas de comunicación,
de interacción, nuevas metodologías, nuevas maneras de abordar la evaluación eran
necesarias para mirar el futuro con alguna esperanza.
Nuestra Comunidad Educativa ha
venido aprendiendo de esta realidad. Mantener el Colegio funcionando en todas
sus dependencias ha sido un reto que nos ha llevado a grandes aprendizajes. Reuniones
virtuales del Gobierno Escolar, de participar en otras relacionadas como
institución educativa llevando la voz y preocupaciones del Colegio, la
cualificación del trabajo docente que explora cada día nuevas posibilidades de
enseñanza – aprendizaje más efectivas, y quizás, lo más importante, lograr
encontrar un espacio de trabajo en medio de las rutinas familiares.
“Esto va pa’ largo”, se escucha cada vez más. “No
volveremos a ser los mismos” es otra frase que se escucha recurrentemente. Y seguramente
es cierto. Requerimos de una sociedad capaz de afrontar los retos de un mundo
globalizado, al borde del límite de los recursos disponibles, con grandes
desigualdades sociales y tecnologías obsoletas. Cuando no imperan las leyes del
mercado la sociedad puede producir bienes de bajo costo, accesibles y necesarias
para atender nuestras necesidades tal como ha venido ocurriendo en estos días.
Sin embargo, también hemos visto
la especulación, el acaparamiento, la continuidad del modelo financiero que
domina nuestras vidas, y cambiar todo esto requiere de una política y
organización social distinta. Y es aquí donde el papel del conocimiento se vuelve
vital para transformar de manera positiva una sociedad que demanda, para tener
una oportunidad de seguir disfrutando de los bienes materiales y culturales que
la vida nos ofrece, de nuevas formas de distribución de estos bienes. Ya no es suficiente
que se garantice la igualdad de oportunidades, es necesaria una mejor distribución
de la riqueza.
Nuestra comunidad juega un papel
importante en esta transformación. Podemos seguir en nuestras aulas cuando nos
sean devueltas y regresar a nuestras rutinas, o podemos ver en esta situación
una oportunidad de cambio y renovación en la cual el conocimiento adquiera el
papel transformador que le corresponde. Nuevas metodologías, una visión
distinta de la evaluación que mida más allá de la mera apropiación de
contenidos, un recuperar nuestro papel de formadores de personas, pero también,
un papel más activo del estudiante en su proceso formativo, y una familia que recupere
el papel importante de acompañar el proceso pedagógico de sus hijos. No es
cualquier cosa.
Como Rector, reciban todos además
de una voz de reconocimiento, mi más profunda gratitud por la forma en que
hemos afrontado este reto: siguiendo los postulados de la comunidad atanasista,
con gallardía y entereza, levantando la cabeza y sabiendo que podemos construir
una nueva oportunidad para todos nosotros. Que siga siendo realidad nuestro
lema… la formación de ciudadanos líderes, sanos e innovadores.